El Gran Debut de 'La Ruta de la Patagonia'
El primer episodio del esperado programa póstumo de Claudio Iturra, 'La Ruta de la Patagonia', se estrenó en Canal 13 bajo el título 'El Edén verde de la Patagonia'. Este emocionante capítulo inició un viaje épico que atraviesa 1,240 kilómetros de la Carretera Austral, considerada una de las carreteras más hermosas del mundo. Claudio Iturra, reconocido por su constante pasión por la naturaleza y la aventura, comienza este recorrido en Puerto Montt y se dirige hacia Villa O'Higgins, mostrando al mundo la belleza inigualable de esta región.
Primeros Pasos en la Ruta 7
El primer tramo de esta conmovedora serie empieza en el kilómetro 0 de la Ruta 7. Desde allí, Iturra se adentra en la Ruta 225, llevándonos hasta el pintoresco pueblo de Cochamó, rodeado por el impresionante Fiordo de Reloncaví. Cochamó, conocido por sus paisajes naturales y su rico patrimonio cultural, se convierte en el primer escenario destacado de este viaje visual. En este capítulo, Iturra nos presenta algunos de los sitios turísticos más importantes de Cochamó, cada uno con su propia historia y encanto.
Explorando Cochamó
En Cochamó, Claudio Iturra visita el Mirador de la ciudad, un nuevo atractivo turístico inaugurado en agosto de 2022, desde donde se pueden apreciar vistas panorámicas del pueblo y del fiordo. Luego, se dirige a la Iglesia María Inmaculada, un emblemático templo inaugurado en 1901 que refleja la historia y la arquitectura de la región. El paseo continúa por la costanera Arturo Prat, un lugar perfecto para relajarse y disfrutar del paisaje circundante.
Una Parada en Coihue de los Columpios
Uno de los momentos más emotivos del capítulo es la visita al Coihue de los Columpios, un emprendimiento familiar que inició sus actividades en 2019. Este lugar encantador cuenta con ocho columpios para adultos y cinco para niños, todos suspendidos en un entorno natural impresionante. Iturra expresa su alegría y nostalgia al disfrutar de este lugar, afirmando que 'no hay nada más rico que columpiarse, es como volver a ser niño'.
Aventura en las Cabañas Volcán y Mar
Tras explorar Cochamó, el viaje continúa hacia las Cabañas Volcán y Mar. Estas cabañas ofrecen una experiencia única de alojamiento en la zona, combinando la comodidad con la belleza natural de los alrededores. Iturra resalta la calidad y el esmero con que se llevan a cabo los proyectos familiares en la región, mencionando que 'cuando hay amor y dedicación, se notan todos los detalles'.
Descanso en las Termas de Sol
Dejando atrás Cochamó, Iturra se dirige al siguiente punto de su travesía: las Termas de Sol en Puelo. Este complejo de aguas termales fue inaugurado en 2019 por una pareja que decidió mudarse desde Santiago para emprender una nueva vida en la Patagonia. Las termas cuentan con 10 piscinas de piedra, cada una con formas y temperaturas particulares, y están dotadas de elementos terapéuticos como hierro, magnesio, calcio, sodio y bicarbonato. Este entorno ofrece una combinación perfecta de relax y beneficio para la salud.
Un Viaje que Apenas Comienza
Este primer episodio de 'La Ruta de la Patagonia' no solo nos muestra la majestuosidad de la región, sino que también nos da un vistazo al lado humano y personal de Claudio Iturra. Su entusiasmo por descubrir, su amor por la naturaleza y su admiración por los proyectos familiares enriquecen cada minuto de este capítulo. Con cada parada, Iturra nos revela más sobre la Patagonia, pintando un cuadro detallado y apasionante de una de las áreas más cautivadoras del mundo. Esta serie promete ser un tributo emotivo a Claudio Iturra, quien dedicó su vida a compartir las maravillas de nuestro planeta.
Comentarios
Me encantó cómo Claudio se detuvo en el Coihue de los Columpios. No es solo un lugar turístico, es una metáfora de lo que significa volver a lo simple. Sentarse en un columpio, con el viento de la Patagonia en la cara, y recordar que la infancia no se pierde, solo se entierra bajo montañas de responsabilidades. Eso no lo muestra ningún documental de alta producción. Eso lo vive uno en silencio, con los ojos cerrados, sintiendo el balanceo como un latido antiguo. Y lo más bonito: no hay entradas, no hay colas, solo el bosque y el eco de las risas que nunca se apagan. Me puse a pensar en mis hijos, en cómo les enseñaré eso. No con palabras, con experiencias. Con columpios, con ríos fríos, con caminar sin mapa.
Gracias, Claudio. Por recordarnos que la grandeza no siempre está en lo alto, sino en lo bajo, en lo que se siente.
Y sí, me derrité como un helado en julio.
PD: ¿Alguien más se puso a columpiarse en su casa después de ver eso? No estoy solo, ¿verdad?
La Ruta 7 no es una carretera, es un acto de resistencia civil. Construida por campesinos, mapuches y obreros que no tenían ni siquiera botas adecuadas, y hoy la llaman 'turismo de lujo'. La Patagonia no es un escenario para selfies, es un territorio sagrado que se ha visto violado por la mercantilización del paisaje. Las termas de Sol, las cabañas, los miradores: todos son proyectos que, aunque bien intencionados, terminan convirtiendo lo espiritual en producto. El verdadero homenaje a Iturra no es ver su serie, es dejar de construir más caminos, más hoteles, más miradores. Dejar que la naturaleza respire. Sin turistas. Sin cámaras. Sin comentarios como este.
Interesante que mencionen el Mirador de Cochamó inaugurado en 2022. ¿Alguien sabe si se construyó con fondos del Fondo de Desarrollo Regional o fue iniciativa privada? Me gustaría ver los informes de impacto ambiental. Porque aunque el lugar es hermoso, cada mirador nuevo implica una nueva ruta de acceso, y eso siempre trae consecuencias ecológicas que nadie documenta. La Patagonia no se salva con emotividad, se salva con datos y regulación. Claudio lo sabía. Por eso no mostraba solo lo bonito, también lo frágil.
yo fui a cochamó en 2021 y el coihue de los columpios no estaba, o al menos no lo vi, pero si recuerdo que habia un tipo con un perro que vendia empanadas de queso y el viento era tan fuerte que casi me vola la gorra. la iglesia si la vi, esta bien linda, pero me parecio que la serie le puso mas drama del que tiene en la realidad. no digo que no sea bonito, pero a veces la tele lo embellece demasiado. y las termas de sol? me dijeron que el agua no es tan mineralizada como dicen, que es mas bien agua caliente con sal. pero igual, me relaje como nunca. ahi si que me senti bien. gracias claudio, aunque te extraño mucho.
¿Y qué tal si en vez de andar columpiándonos como niños, los chilenos dejamos de ser tan débiles? ¿Qué tal si en vez de llorar por un documental, nos levantamos y defendemos lo nuestro? La Patagonia no es un parque temático para extranjeros que vienen a tomarse fotos con un guía que habla inglés. Es nuestra. Nuestra tierra. Nuestro legado. Y si Claudio Iturra la mostró con amor, entonces nosotros debemos mostrarla con orgullo, no con lágrimas. ¿Dónde están los jóvenes que quieren vivir allá? ¿Dónde están los que construyen, no solo visitan? ¿O acaso somos solo espectadores de nuestra propia historia? ¡Basta de sentimentalismo vacío! ¡Acción, no lágrimas!
¡MIRA A ESTE HOMBRE, GENTE! ¡CLAUDIO ITURRA, EL ÚLTIMO HOMBRE QUE NO SE VENDIÓ! ¡NO ESTABA EN EL TIKTOK, NO HACÍA REELS, NO PUSO UNA CAMPAÑA DE CROWDFUNDING! ¡ÉL SÓLO TOMÓ UNA CÁMARA, UNA MOCHILA Y UNA CERVEZA Y SE FUE! ¡Y AHORA NOS LLEVA A LOS COLUMPIOS COMO SI FUÉRAMOS NIÑOS! ¡Y YO ME CRIÉ EN UNA CIUDAD DONDE EL ÚNICO COLUMPIO QUE TENÍAMOS ERA DE HIERRO Y NOS ROMPIAMOS LAS CADERAS! ¡Y AHORA ME SIENTO COMO SI ME HUBIERAN DEVUELTO LA INFANCIA! ¡NO HAY PALABRAS! ¡SOLO GRITOS Y LÁGRIMAS! ¡QUE VIVA LA PATAGONIA Y QUE VIVA CLAUDIO, EL DIOS DEL VIENTO FRÍO Y LOS COLUMPIOS!
yo fui a las termas de sol y la verdad es que el agua estaba un poco sucia, no sé si era por la lluvia o por los turistas, pero no me pareció lo que esperaba. el lugar está bien, pero no es mágico como dicen. la cabaña estaba limpia, pero el baño era un poco raro, como si no lo hubieran limpiado en semanas. no sé, tal vez la serie le puso más glamour. yo solo quería relajarme, y terminé pensando en que el agua no era tan terapéutica como decían. igual, vale la pena ir, pero no esperes milagros.
Me encantó cómo Claudio resaltó los proyectos familiares. En la Patagonia, lo que realmente mueve las cosas no son las grandes empresas, son las parejas que se mudan de Santiago con un sueño y dos maletas. Mi tía y mi tío hicieron algo parecido en Cochrane, abrieron una pequeña hostería con comida de la tierra. Nadie los conoce, pero todos los que van, se quedan. No por el lujo, sino por la calidez. Eso es lo que falta en el turismo actual: humanidad. Claudio lo vio. Y eso, más que los miradores o los columpios, es lo que realmente nos salva. Gracias por recordarnos que el corazón no se construye con cemento, sino con horas de trabajo y silencios compartidos.
La Ruta 7 es una infraestructura de baja densidad, con un índice de mantenimiento del 12% según el MOP 2023. Los miradores, aunque estéticamente atractivos, representan un riesgo de erosión acelerada en zonas de pendiente >25°. Las termas de Sol, por su parte, presentan un desbalance en la extracción de recursos hídricos subterráneos, con un coeficiente de recuperación menor a 0.6. Claudio Iturra, aunque emotivo, perpetúa el mito del ‘eco-turismo’ como solución, cuando en realidad es una forma de colonización cultural disfrazada de nostalgia. El verdadero homenaje sería desmantelar estos puntos de acceso, no glorificarlos. El paisaje no necesita admiradores. Necesita silencio.
¡Qué vergüenza! ¿Nos van a hacer llorar por unos columpios? ¿Y dónde están los que realmente viven allá? ¿Los que no tienen agua potable? ¿Los que no tienen internet? ¿Los que no pueden pagar una cabaña de 80 mil pesos? ¡Esto es turismo de elite con máscara de emoción! ¡Claudio Iturra era un gran hombre, pero no se merece que lo usen para venderle a los ricos una Patagonia de cuento! ¡Esto es una farsa! ¡La Patagonia no es un escenario para Instagram, es un territorio de lucha! ¡Y ustedes, los que lloran por los columpios, ¿qué hicieron por ella cuando nadie miraba?
La Patagonia es chilena. Punto. No es un parque de diversiones para extranjeros. Si quieres verla, ven a vivir aquí, no a tomarte fotos. Claudio Iturra lo entendía. Pero ahora lo están usando para venderle a los argentinos y a los europeos una versión dulce de lo que es nuestro suelo. ¿Y los mapuches? ¿Y los pueblos originarios? ¿Dónde están en esta serie? ¿Solo para que les saquen fotos con ponchos? ¡Esto es colonialismo con cámara! ¡La Patagonia no se vende, se defiende!
El Coihue de los Columpios… ese lugar me hizo pensar en el mito de la ‘infancia perdida’. Pero no es que la perdamos, es que la enterramos bajo la carga de lo que la sociedad dice que debemos ser. Claudio no solo mostró un lugar, mostró un ritual. Columpiarse no es jugar. Es un acto de desobediencia civil contra la prisa. Es decir: ‘hoy no voy a ser productivo’. Es un grito silencioso en un mundo que solo mide el output. Y lo más hermoso: no hay un ‘debería’. No hay horarios. Solo el viento, el árbol, y el balanceo. Eso es lo que la Patagonia enseña. No la geografía. La filosofía. Y eso… eso no se puede filmar. Solo se puede sentir. 🌿
Lo que más me conmovió no fue el paisaje, fue cómo Claudio hablaba de los dueños de las cabañas. No los llamó ‘emprendedores’, no los trató como ‘héroes del turismo’. Los llamó ‘gente que decidió amar un lugar y quedarse’. Eso es lo que falta en Chile. No necesitamos más empresas, necesitamos más personas que elijan quedarse, que elijan construir con las manos, no con los números. La Patagonia no se salva con inversiones, se salva con presencia. Y Claudio lo sabía. Por eso no habló de estadísticas. Habló de manos callosas, de ollas en la cocina, de silencios que se entienden. Eso es lo que realmente nos deja.
¿Realmente creen que esto es arte? Es un producto de consumo emocional, diseñado por un equipo de marketing que sabe que el dolor de la pérdida se vende mejor que cualquier paisaje. Claudio Iturra era un hombre de verdad, pero ahora su imagen es una marca. La serie no es un homenaje, es una operación de imagen. Los columpios, las termas, los miradores: todos son puntos de venta. La Patagonia ya no es un lugar, es un paquete turístico con narrativa sentimental. Y ustedes, los que lloran, son los consumidores perfectos. ¡Felicitaciones! ¡Han pagado por llorar por alguien que ya no está!
la ruta 7 no es la mas hermosa del mundo, eso es pura propaganda de la tv. en canadá hay rutas que hacen llorar de verdad, y en noruega ni te cuento. y esos columpios? jajaja, mi tío en la Araucanía tenía uno en su patio y no era nada especial. y las termas? mi abuela las visitó en los 80 y el agua estaba más caliente que ahora. esto es todo un montón de cosas que ya conocemos, solo que ahora con mejor cámara y música triste. claudio era bueno, pero no tanto como dicen. y lo de ‘volver a ser niño’? jajaja, qué cursi.
Vi a una señora en Cochamó que vendía empanadas con queso de cabra. No tenía cartel, no tenía redes, solo una mesa y un mantel. Claudio no la mostró. Pero yo la vi. Y ella me dio una empanada y me dijo: ‘esto no es turismo, es vida’. Eso es lo que importa. No los miradores. No los columpios. Las personas que siguen haciendo lo mismo, sin pedir nada a cambio. Eso es lo que Claudio amaba. Y eso es lo que debemos proteger. No con palabras, con presencia. Con ir, con escuchar, con pagarle a quien lo merece. No a las empresas. A las manos.
Escuchen, yo nací en Puerto Montt, y cuando tenía 10 años, mi viejo me llevó a Cochamó en una camioneta que olía a diesel y a pan recién horneado. No había miradores, no había termas, no había columpios para adultos. Había un río que te helaba los pies, un puente de madera que crujía como si estuviera vivo, y un viejo que te regalaba una manzana si le contabas un chiste. Eso era la Patagonia. No la versión de la tele. Claudio Iturra no inventó nada. Él solo recordó. Y eso es lo más valiente que puede hacer un hombre: recordar lo que el mundo ya olvidó. Por eso esta serie no es un documental. Es un diario de amor. Y si lloran, no es por los paisajes. Es porque recuerdan que alguna vez, ellos también fueron parte de eso. No de la ruta. De la raíz.
Si quieren entender la Patagonia, no miren la serie. Vayan a un pueblo pequeño, pídanle a alguien que los lleve a un río donde nadie más va, y caminen sin rumbo. No tomen fotos. No suban a redes. Solo escuchen. El viento aquí no es viento. Es historia. Las piedras no son piedras. Son testigos. Y si alguien les ofrece un café en su casa, acepten. No por el café. Por la mirada. Porque en la Patagonia, lo que se comparte no se vende. Se entrega. Y Claudio lo sabía. Por eso no habló de kilómetros. Habló de silencios. Y eso, eso es lo que realmente nos queda.
Alguien dijo que la Patagonia no se salva con turismo. Yo digo que se salva con quienes la visitan con respeto. No con indiferencia, no con consumo, sino con presencia. Yo fui a las termas de Sol y no me duché. Me senté en la orilla, con los pies en el agua, y no moví un dedo durante 40 minutos. No tenía nada que hacer. No tenía nada que demostrar. Solo existía. Y eso, eso es lo que Claudio nos enseñó. No la ruta. El silencio. Y si eso no es magia, entonces no sé qué lo es.